Un trio con ella... y yo mirando.

Erotski forumiSeksUpoznavanje i osobe

pamplemousses
sri, 2. tra 2025.

Siempre nos gustaron los tríos. A ella. A mí. ¡Y siempre dos hombres!. Solo para ella.

Desde el principio fue así. Desde nuestras primeras fantasías, antes incluso de atrevernos a ponerlas en palabras. Cuando la imaginación hacía el trabajo sucio que aún no nos atrevíamos a llevar a la cama. Ella, desnuda, rendida, disfrutando de dos hombres a la vez. Dos hombres dándole todo lo que su cuerpo pide, lo que su mente desea, lo que su piel exige. Y ella entregándose como solo ella sabe. Porque, créeme, si hay una mujer capaz de corresponder a dos hombres a la vez, es ella. Ella no presume: lo hace. Le gusta el sexo, lo disfruta, se entrega. Lo he visto. Lo he grabado. Lo he sentido mientras me corro viéndola correrse una y otra vez. Lo he escuchado en la respiración entrecortada de los chicos, en ese punto exacto en el que dudan si van a poder seguirle el ritmo.

Más de uno me han dicho: “Uno solo no se la acaba.” ¡Por qué te crees que soy cornudo y me encanta compartirla?”, les suelo responder yo.

Y créeme, no siempre lo consiguen. Sobre todo si no vienen del ambiente swinger o no tienen experiencia. Y ella, en más de una ocasión, se ha quedado con ganas de más. Porque ella es así. Necesita más. Le excita que sean dos. Le pone sentirse deseada. Usada. Completamente entregada.

Durante años jugamos con chicos del ambiente swinger. ¡Un puto descubrimiento!. A cuál mejor: más guapo, más simpático, más dotado, más entregado. Vivimos fantasías que ni sabíamos que teníamos. Sin reglas de esas de “no puedes besar en la boca, no se puede repetir…” Hicimos realidad muchas de los chicos con los que quedábamos. Tuvimos amigos fijos, fijos discontinuos, rollos de una noche, incluso un par de novios con los que el trío era más virtual que otra cosa. A veces yo ni estaba. A veces solo recibía el vídeo, una video conferencia, o una llamada… Y me encantaba. Pero con el tiempo, todo se volvió rutinario y mecánico:

Buscar al chico en una red, intercambiar fotos, quedar, follar. Sin magia. Sin tensión. Ella se ponía nerviosa antes de cada cita. Me decía: “¿Y si no me gusta? Voy vendida…” Y tenía razón. En el 90% de los casos, aunque todos sepamos que tiene que haber química, sabes a lo que vas. Y más de una vez se ha follado a alguien solo porque yo estaba como una moto.

Hasta que cambió. Hasta que nos dimos cuenta de que ella sigue en el mercado. ¡Y, joder, de qué manera!

Cada vez que salimos, liga. Con el que se propone. Con el buenorro. Con el que impone. Con el que muchas no se atreven ni a fantasear. Pero claro, el maromazo del bar muchas veces no está preparado para esto. Ni acepta al marido, ni entiende el juego, ni sabe follar bien (o si, pero no como follamos los swingers guarros) . Y cuando ella dice “Este es mi marido, y se viene con nosotros”, algunos huyen. Es normal. Sales de copas, podrías ligar con cualquiera, pero ella te atrapa y cuando te estás imaginando el polvo del año… aparece el marido. Lo primero que piensan: aquí hay gato encerrado, el marido es gay… cuando les sacas de dudas, no, no soy gay, ni siquiera bi… soy un cornudo al que le gusta ver a su mujer con otros… El marido no solo no se va, sino que se queda a mirar. Lo de desnudarse empalmado delante de un tío desconocido, lo tengo comprobado, hay que ser muy swinger para llevarlo bien… y ya ni te cuento lo de follarse a la mujer de otro, darle unos buenos azotes o sacarle la zorra que lleva dentro… Se les jode el ego. A veces incluso les excita. Pero pocos saben llevarlo.

Y sí, para ella también es frustrante. No le sale eso de “si no hubieras estado tú”, porque somos un equipo, tenemos clarísimo lo que buscamos, a ella le excita muchísimo hacerlo delante de mi, mirarme y ver cara de guarro salido que se me pone, pero muchas veces ha pensado “la próxima no le dejo pasar… y ya te lo contaré, cornudo.” Y yo me río. Porque me gusta. Porque ese es el punto.

Ahora lo hacemos diferente.

Yo busco. Pero ella no siempre lo sabe. Hablo con el chico. Veo si hay potencial. Quedamos en algún bar que le vaya bien. Y nosotros nos dejamos caer por allí. Si se gustan, bien. Si no, también. A veces me dice: “Preséntame a ese”, o “Vete a fumar, que ese me va a entrar en cuanto salgas.” Otras veces me suelta: “¿Nos vamos? Aquí no hay nada.” O el chico al vernos, no le acabamos de convencer y se marcha sin decir nada… Es como una cita… pero sin presión. Sin guion. Con el morbo real de gustarse, de provocarse, de seducirse. Solo que el chico ya sabe de qué va esto. Juega con ventaja. Conoce nuestra disposición y que si entra con un “te estaba viendo con tu marido y me estaba poniendo caliente con solo imaginar lo que hacéis”, ya la tiene a mil. Le gustan los hombres con autoconfianza y en más de una ocasión me ha dicho “hay que tener mucha cara y estar muy seguro de si mismo, para entrar a una mujer que ves que está en con su marido”.

Y si además hay química, pasa lo que tiene que pasar. Sin forzar. Sin postureo. Guarreo “en publico” del que nos gusta. Me encanta cuando la besan, morrean y meten mano en un bar y los de alrededor se preguntan “¿Pero no había venido con otro?¿Esta con dos y no se corta ni un pelo?”

Recuerdo una cita muy morbosa: El chico me dijo que estaría con su grupo de amigos, celebrando un cumpleaños… Fuimos al bar en el que estaban. Se gustaron. Los amigos no se creían que se atreviera a entrar a una mujer casada, lo hizo, mientras sus amigos me distraían para que no me enterase, yo me partía de risa… Como cuando les dijo “Me la voy a follar con su marido delante”, la cara de todos era un poema.

Otra en la que ella estaba con unas amigas, yo llegaba después, el chico tuvo las narices de acercarse al grupo de mujeres, todas casadas, y decirle que se estaba fijando en ella desde hacía un rato… Las amigas se escandalizaron cuando ella aceptó tomarse una copa con él, sabiendo que yo estaba a punto de llegar, aunque muchas se volvieron locas cuando llegué y de la manera más cordial del mundo, me quedé con ellos… Eso si, no saben que después la noche continuó.

Aquel San Valentín en un restaurante romántico de parejas, que al principio de la cena, se presentó un amigo, le pidió al camarero que pusiera otro cubierto para él… y cada vez que yo salía a fumar, se la comía delante de las otras parejas… Las caras de ellas como queriéndome decir “¡Qué te los están poniendo!” Es un recuerdo imborrable.

O la última, no hace ni un par de meses, un concierto al que “en teoría” habíamos ido los dos solos. La dejé un momento sola para ir a por bebidas y se la acercó un chico (swinger, buenorro, todo preparado pero ella no lo sabía)… yo tardé más de la cuenta y cuando volví, ya se le había comido y tenía el tanga calado, para escándalo de los que nos habíamos visto juntos.

Ojo: Tampoco nos gusta dar el cantazo, lo justo para calentar el ambiente… no siempre ha funcionado, porque el chico era un soso, besaba mal o estaba demasiado cortado… y nos hemos vuelto a casa sin follar. Más de una vez. Con el calentón, pero con la sensación que más vale volver a casa con el rabo entre las piernas que arrepentirse después de algo. Porque esto va de morbo real, no de coleccionar polvos.

Últimamente, ni participo. Y no porque no me lo pida. No porque no pueda. Porque me gusta más mirar. Porque verla así me pone más que cualquier otra cosa. Porque verla follar como folla ella, con otro —o con dos—, para mí no tiene comparación. Es como tener mi propia peli porno, con mi actriz preferida y como además ella sabe lo mucho que me gusta a mi y a ellos, que “me ponga los cuernos”, me diga todas esas burradas de “aprende cornudo”, ”esta noche soy su puta y no la tuya”, “me está follando como tu no has hecho nunca”, … pues el espectáculo es redondo… y luego yo, cuando llegamos a casa me la vuelvo a follar mientras ella me dice lo bien que se la han follado y yo lo puta que es.

Eso sí, en más de una ocasión cuando no he participado me ha dicho “Esto no es un trio. Es yo con otro. Y a mí me gustan los tríos ¿Dónde están mis dos pollas?” Y tiene razón, si no participo, deja de ser un trio. Y a ella es lo que le encanta. Le pone. Le hace sentirse poderosa, sucia, adorada, muy puta. Todo a la vez. Y yo, mirándola, soy feliz.

Por eso estamos aquí.

Buscamos algo diferente. Queremos dos tíos. Dos que se conozcan. Dos que se gusten. Que jueguen en equipo. Que se entiendan. Que la calienten juntos. Que no se incomoden si hay que meter dos pollas en la boca, o una delante y otra detrás. Que tengan ese morbo de provocar juntos, sin competir. Esto no va de medirse la polla. Va de dársela bien a una mujer que lo da todo. Y si, ya lo hemos hecho antes, en más de una ocasión, pero a la manera tradicional quedando con swinger o en algún club, no con el momento ligue que ahora nos pone tanto, me muero porque me diga “No se cual de los dos me gusta más” y yo contestarla “Pues fóllate a los dos”

Así que buscamos actitud. Morbo. Ganas. Energía. Mucha guarrería. Si sois guapos, canallas, con cuerpazos, altos, como para provocar en los que lo vean eso de “será zorra, ha venido con su marido y se va a follar a dos tiarrones, más a su marido” será todo un éxito. Porque esto va de estar a la altura. De saber provocar. De saber complacer. De saber follar con ganas y con estilo.

Que lo que has leído te encaja y tienes un amigo que daría la talla y os apetece, cojonudo, busquemos el día y planteemos el cómo. Que eres tu solo pero te ves capaz de que una mujer como la mía se fije en ti, conseguir que moje el tanga a los 10 minutos de hablar con ella y darle todo lo que se merece a ella y a un cornudo como yo, también genial.

Propón y veamos la forma de conseguirlo.

Ah! Solo una cosa más, después de muchos años hemos desarrollado el sexto sentido para detectar a los follaesposas, esos que van a follar y les daría igual una que otra, con tal de meterla…